Aeropuerto Franz Josef Strauss, (VIE), Viena. Mi vuelo de la Sky ha sido puntual. A veces una low cost no tiene nada qu envidiar a una línea de largo recorrido. El aeropuerto sigue en obras, pero a esta hora del atardecer, el ruido ya ha dejado paso a la tranquilidad. Las sombras se alargan y laas luces se van encendiendo, poco a poco, mientras el avión corre por la pista y busca su lugar. Más o menos como yo.
He pasado la noche en un hotel del centro. Solo. Esta costumbre no deja de parecerme molesta, cada vez más. Por la mañana, antes de las ocho, ya he desayunado y me dirijo hasta el centro històrico, mi lugar de reunión hoy. Antes de llegar a la Stephansdome, con su tejado de cerámica esmaltada, cruzo justo por el Rathausspark, (que también está de obras).
Callejeando a pié por el centro histórico, giro a la derecha y paso por delante de uno de mis preferidos : Figlmüller. Como plato estrella presentan el Schnitzel más grande de la ciudad y el aire de un restaurante que se sabe longevo, aunque de eso, hoy día, ya no se come.
Aunque estamos a las puertas del invierno, el buen tiempo me hace creer que más bien estamos finalizando el verano. Incluso algunas se atreven con manga corta por el centro de la Katnerstrasse, la arteria peatonal con más fuerza de toda la capital Austríaca.
Crisis?, What Crisis? rememora este conductor de calesas, fan de los "Supertramp". Parece que, pasado el punto álgido de la temporada turísitca, el trabajo ha menguado. O eso, o es que tal vez imagine un porvenir mejor.
La reunión ha acabado al mediodía. Después de una larga conversación, me tomo un taxi. Ni tiempo para comer. Antes de las 15:00PM ya estoy de regreso en el Wien Flughafen. Necesito hacer unas compras y ya está.
Hacia el final del terminal, los andamios han dejado al descubierto alguna curiosa novedad. ¿No os recuerda una torre de ajedrez?¿ O tal vez la "Torre negra de Isengard"?. Vale, vale, tal vez deba usar las noches para dormir en lugar de imaginar tanto, pero el tema és que no está nada mal, ¿no?. Como cantaba el poeta:" siento el asombro de un transeunte solitario".
Sí, yo también llevo a cuestas mis pájaros de barro, sin planos en los que perderse, sin más brújula que la de tus ojos.
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Recuerda: Me debes unas Navidades en Viena!. Y tengo intención de cobrarme esa deuda.
Hubo un tiempo en que mis gentes no sabían escribir. Por ello, el poder creó un lenguaje de símbolos. Hombres de fe esculpieron la piedra con los símbolos, en el nombre del Señor y para glorificar su nombre.
El poder no ha decaído. Pero en estos tiempos que corren, los hombres aprendieron de Internet, y olvidaron leer los símbolos. Para algunos, tan solo son piedras.
El otoño llega por fin, frío, húmedo, brumoso. Con esos días que se acortan, esa melancolía que exuda por todas partes, ese rumor de invierno que se acerca. El valle huele, después de todo, a otoño.
Salí a pasear, con las manos frías pero el corazón abierto, ansioso de oler el otoño, de notar la humedad en los huesos, el frío en las mejillas y sentir el crujir de mi caminar por la gravilla del camino.
El embalse estaba casi lleno, con la superficie ligeramente rizada, prólogo de la lluvia que se avecinaba. Me detuve tan solo unos instantes, para recordar los muchos momentos que aquí he pasado, las piedras que he arrojado, las promesas......todo pasado. Solo este momento, esta visión importa ahora.
Atravieso las poblaciones sin detenerme. Hoy prefiero el paisaje al paisanaje, aunque soy consciente de que quedo en deuda con algunos de los que me reconocen al pasar, y a los que no doy tiempo siquiera de saludarme. Voy remontando el valle, porque por encima de todo deseo esa visión del todo, por encima de las brumas, preso de mi canción.
El viento me acompaña, y empuja suavemente las nubes bajas, preñadas de humedad, promesas de futura fertilidad, sudarios de viejas rencillas, mantas de los anhelos confesados, de las palabras ya rotas. No llegué, no alcancé aquello que había propuesto, pero sigo ahí, empeñado en dejar de parecer, para ser de verdad. Algún día, algún día.
Notas de guerra me acompañan, aunque la guerra quedó atrás. Hoy corro más que ella.
Oh the bravest fell, and the requiem bell rang mournfully and clear For those who died that Eastertide in the spring time of the year And the world did gaze, in deep amaze, at those fearless men, but few, Who bore the fight that freedom’s light might shine through the foggy dew
As back through the glen I rode again and my heart with grief was sore For I parted then with valiant men whom I never shall see more But to and fro in my dreams I go and I kneel and pray for you, For slavery fled, O glorious dead, when you fell in the foggy dew.
Oh, cayó el más valiente, y la campana tocó réquiem lúgubre y claro por los que murieron en la Pascua de esta primavera Y el mundo miró, profundamente sorprendido, a esos hombres audaces, aunque pocos, que engendraron la lucha para que la luz de la libertad pudiera brillar a través del rocío brumoso
Cuando regresé a través de la cañada otra vez, mi corazón me dolía de pena al separarme entonces de los hombres valerosos que nunca más volveré a ver Una y otra vez en mis sueños me arrodillo y rezo por vosotros, que abandonasteis la esclavitud, oh, muertos gloriosos, cuando caísteis en el rocío brumoso.
En una máñana, casi todo el valle he recorrido. Pocos automóviles en este día gris de difuntos. He ido a ver a mis muertos, para honrar a los vivos, para seguir, un paso más, con la tradición.
No necesito un día especial para acordarme de mi gente, pero ya que decidieron ponerlo, por qué no utilizarlo.
Además, el decorado hoy es perfecto. Esa nostálgia fina que lo cubre todo. Incluso los petirrojos parecen haberse dado cuenta hoy.
Esta es pués, viajeros, el alma de mi tierra, el lugar donde vino mi gente, mi raíz primera. Uno debe honrar sus raíces, aunque se considere viajero y ciudadano del mundo.