martes, 10 de junio de 2008

Puente con Chile. Primero.



Sábado 7 de Junio. 23:15h. Acabamos de desembarcar en la T4 de Madrid-Barajas, con un poco más de media hora de retraso acumulado, "Spanish way of life". Por fortuna, la distancia entre el puerto de desembarco y la próxima salida hacia Santiago es mínima. Curioso el puente BCN-MAD, vuelo entremezclado que en Madrid se distribuye entre Buenos Aires, Ciudad de México, Montevideo, Santiago y.....Johanesburgo!!!. ¡Caramba, como aprovechan estos de la distribución logística de pasajeros!. Puesto que cené antes de embarcar, mi estómago no protesta. Sin embargo, el resto de mi aparato digestivo tiene prisa.



8 de Junio. 00:35h. Partimos, casi puntuales. Nos esperan trece horas de vuelo intercontinental, en un pájaro de casi trescientas setenta toneladas de peso, poco más de setenta y cinco metros de largo y sesenta y tres metros y medio de envergadura, para recorrer las 6.650 millas aéreas y seis husos horarios que separan nuestros destinos. Con el equipaje lleno de pensamientos confusos y una herida en el corazón, las emociones van y vienen, mecidas por el ruido de los cuatro motores de este A340-600. The places that scare you, debería de ser una ayuda, aunque a ratos aumenta todavía más mi malestar y mi confusión, aunque algunos de los pasajes sean inmutables como si estuvieran grabados en piedra: "A veces, la forma con la que podemos ver nuestra ignorancia es obteniendo información del exterior. Los demás pueden ser extremádamente útiles para mostrar nuestros puntos ciegos. Cuando sus comentarios nos llegan a estremecer, sería iteligente prestar atención a su perspicácia y a su crítica. Pero en el fondo, nosotros somos los únicos que sabemos que pasa realmente en nuestro corazón y en la mente, los únicos que escuchamos nuestras conversaciones interiores"....En definitiva, no podemos huir de osotros mismos.






7:35h. Aeropuerto Internacional Comodoro Arturo Merino Benitez (SCL). Niebla y +3ºC. Una fría recepción para tantas horas de vuelo. No obstante, solo salir del aeropuerto, la cordilera se puso su camisa de cuello blanco para recibirnos. Mi mejor vista, desde la planta 17 de mi hotel. Dan ganas de echarse al monte, hasta el Centro de esquí de Valle Nevado. Pero eso tendrá que esperar a otra ocasión.



8 de Junio. 11:45h. Llegó mi coche de arriendo. Por la Costanera Norte, salgo en búsqueda de la Ruta 68 en dirección poniente. Hay que ir por los sueños. Este es el momento. ¿Vendrá ella a compartirlo?



8 de Junio. Pacífico. Al fin. Después de mucha impaciencia, nos citamos en el Casino de Viña del mar. Quiero que me lleve a comer a algún restaurante del lugar, poco turístico, genuíno, aunque pueda parecerle un poco rústico. Dejamos atrás el museo de los cañones, en dirección a Concón; Me lleva hasta un discreto restaurante con magníficas vistas sobre el mar, la Picá de Juan Segura, áltamente recomendable para todo aquel que guste de los frutos del mar, sin demasiadas sofisticaciones. Al salir, una tarde plácida nos invitó a buscar un rincón donde dejar el carro, pasada la Caleta Higuerillas y sus pelícanos, y dar un corto paseo por la playa para poder disfrutar de la puesta de sol. Casi, casi perfecto. Nada como una puesta preciosa para dar bálsamo a las heridas del corazón, el palpitar juntos, la respiración acorde, la mirada perdida. Tantos sueños por vivir....


La noche nos envolvió lentamente, abrazados suave, compartiendo anhelos, suspiros, deteniendo lágrimas. Cuando el aire frío nos empujaba a apretarnos más, retomamos el carro. Las luces en el litoral, todo Viña, todo Valparaíso, se hicieron más y más presentes a medida que avanzábamos de regreso por la Avenida Borgoño.
Por la Noche, ya de regreso a Santiago, pensaba que tal vez la vida parece ralentizarse ante una puesta de sol, detenerse unos minutos en el abrazo entre el sol y el mar. Mis temores parecen fluir en ese instante, livianos. Nada pesa.
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Non Gogoa, Han zangoa (Que mis pies me lleven a donde van mis pensamientos).
Mi viaje nunca acaba.